miércoles, enero 09, 2013

DESPERTAR


Esa mañana, Quito amaneció dormida: aunque el sol brillaba, la ciudad no se dejaba iluminar, la gente no despertaba, ningún gallito cantaba. 

En reunión emergente: la luna, el sol, y uno que otro santito que pasaban por ahí, alarmados todos por la extraña situación, buscaron la manera de despertarla. Tomaron una nube y la extendieron tanto, que cuando estaba bien gordita y la soltaron ¡explotó en una gran tormenta que cubrió toda la ciudad!
La lluvia inundó patios, pasos a desnivel, calles estrechas, pero al final Quito despertó.
Sucede de vez en cuando, cuando Quito comienza a quedarse dormida.

 

viernes, enero 04, 2013

ATASCO


Míralo enredarse en mi dedo. Te lo había advertido: una parte de vos se iba siempre a quedar conmigo. ¡Míralo, es sorprendente! Es ese rastro despegado que aún toma mi forma y se aferra a mí sin dejarse caer. Recuerdo cuando tú lo hacías, ¡sí, eso de aferrarte y no dejarte caer!, entonces me sentía grande, grande y poderoso. Ahora ese pequeño vos que dejaste al partir no me hace sentir grande y mucho menos poderoso, pero te tengo.

Y ese poco atrapado de vos casi respira, se encoge, da vueltas y se estira, y no termina hasta que se aferra nuevamente a mí. ¡Cómo se ve que es tuyo, tuyo todo enterito ese rastro de vos! De raíz a punta y de inicio de vuelta hasta la vuelta final.

Algún tiempo me tomará descubrir qué otros retazos de vos desprendiste en tu violenta partida. Ojalá fueran muchos y ojalá fuera ninguno. Muchos para detenerte y ninguno para recordarte completa, tal como te amaba, tal como te amo: con tus abultadas caderas, tus senos casi perfectos y ese rizado cabello que aún húmedo desenredabas cada mañana y que al acariciarte hoy muy temprano quedó apenas remordido entre mis dedos cuando azotabas la puerta al decidirte partir.

Ya tenía mi discurso ensayado para cuando volvieras, escribí cada excusa y las pegué por toda la casa, solo para estar seguro de lo que te diría. Todo mientras envolvía y desenrrollaba ese rizado cabello que sin desearlo depositaste hoy en mi tardía caricia.

Hoy, tal vez hoy no era mi día porque de nada me sirvió el discurso cuando la única respuesta que recibió el oficial al teléfono fue el golpe del auricular contra el piso y el lejano tac tac, intuyo, del correr de mis zapatos moviéndose confusos sin saber a dónde ir.

Y sí, no me he marchado y es en tu nombre, te detengo en mi mente, completa, no como me dijo el oficial: inmóvil y sin respuesta. Te mantengo sonriente y tu rizo bamboleante hoy me recuerda a vos, a tus idas y venidas, a tus días y tus noches, a los gritos que esparcías dejándome apenas hablar.

Pero esta ida sin venida de hoy parece acabar conmigo, y el poco aire que dejaste atascado en este espacio vacío me pregunta, si es tu rizo el que se aferra hoy a mis dedos como vos a mí lo hacías, o si soy yo el que se aferra a mirarte entre las vueltas de ese algo que veo girar ya sin vida.



jueves, enero 03, 2013

Historias de archi héroes


I
Pablito dice que es un súper héroe y cada mañana me repite que yo soy su archienemigo. Yo le digo que se quite lo de “héroe”, yo me quito lo de “archiene” y quedemos de súper amigos,  pero no quiere. Dice que de mi cabeza salen unos misiles, de ésos que disparo con mi gorra fantástica llena de adminículos; se lanza al piso esquivándolos y rodando hasta acercarse lo suficiente para hacerme caer, y entonces grita que lo herí con mi esferográfico de plomo a prueba de superhéroes y aterriza en el piso sin fuerzas, pues mi arma secreta como siempre, lo deja totalmente debilitado.

A veces siento que Pablito está un poco loco, mi gorra me la compró mi mami en un mercado de pulgas y el esferográfico que tanto teme es el lápiz 2B que le robé a mi ñaño de su bolso de dibujo. Pero bueno, Pablito es mi amigo, y yo le sigo la corriente unas veces, otras no. Es que no me gusta ser archienemigo de nadie. Por ejemplo, el otro día, me dijo, que el papel que le estaba pasando en clase y que no quiso coger, de seguro contenía un mapa falso de la cueva donde me refugio para que no me encuentre esas tardes en que llama a mi casa y yo no estoy. Y por su culpa, la profe me cachó con la mano estirada, y en ella, el papel hecho una pelota. Ella pensó que se lo quería lanzar y sin chistar me mandó a hablar con la directora. Sí me fue mal, pero pudo haberme ido peor; por suerte no abrió la pelota de papel para ver lo que contenía. Seguro que los dos días sin recreo fueron nada, al lado de lo que me hubiera pasado si descubrían que en el papel había dibujado a la directora con una gran melena de león, unas garras de puma en lugar de manos y dos patas de pingüino en vez de sus pies.


II
Hoy estoy triste, me parece que Pablito se va de la escuela, yo no sé porqué, pero su mamá vino con él. Yo la miraba mientras hablaba con la profe y por las señas que hacía, creo que le dijo que se tenían que ir, pero que antes de irse… ¡iba a destruir a palazos el cancel de mi amigo! que Pablito estaba lastimado las rodillas y que por eso lo llevaba de la escuela, digo lo de las rodillas porque lo señalo con énfasis. Además me parece que le dijo que quería los teléfonos de cada uno de nosotros para hablar con nuestros padres hasta dar con el causante de que mi amigo tuviera sus rodillas lastimadas. Cuando ya se despedía hizo una señal tomándose del cuello, creo que dijo que al que le hizo eso a su hijo le va a ir muy mal. Pablito no entró a clase.

III
Ahora tengo doble sentimiento, pena y miedo. Pena porque mi amigo se va y miedo porque Pablito tiene lastimadas las rodillas desde el día que se lanzó sobre mí por el asunto del esferográfico de plomo. ¿Y ahora? ¿Y si su mamá piensa que fui yo quien le hizo caer? ¿Y esa seña que hizo tomándose el cuello? Me va a ir mal, muy mal…

IV
La noche de ayer no dormí nadita, no sé qué querrá hacerme la mamá de Pablito cuando descubra que se cayó cuando jugaba conmigo. Yo no le hice nada, pero no sé si lo va a entender. Mi amigo hoy no fue a la escuela. Ya veremos mañana.

V
Hoy, la profe comenzó la clase diciéndonos que tenía que comunicarnos algo muy importante. Yo, como soy intuitivo, me atemoricé de antemano. Dijo que la mamá de Pablito había enviado unas invitaciones para la fiesta de cumpleaños que va a hacer en su casa y que nos sugería que no faltáramos porque va a a haber una gran piñata que podremos romper. Nos recomendó que lleváramos pantalón corto para meternos en la piscina, que aunque el agua no nos pasará de las rodillas, de seguro nos vamos a divertir. Finalmente dijo que la señora le había pedido a la profe los nombres de cada uno de nosotros para invitarnos, porque Pablito tiene un fuerte dolor de garganta y por ahora tiene que descansar. ¡Qué alivio sentí! Creo que ya no voy a jugar más con Pablito, él tiene demasiada imaginación y a mí ya me está causando problemas.