martes, diciembre 27, 2005

RECUENTO

La verdad, este año para mí ha estado lleno de contradicciones. Talvez por eso mismo, ha sido uno de los años en que más he reflexionado y aprendido sobre la vida. Y creo que una buena manera de darle valor a ese conocimiento es contar algunas de las conclusiones a las que he llegado en estos últimos meses…

APRENDÍ, por ejemplo, lo difícil que puede ser pedir disculpas cuando el arrepentimiento se siente bien profundo en el corazón. Y al mismo tiempo comprendí, que lo único que te da el valor para hacerlo es el amor. Pasándolo a la práctica, mi recomendación es intentar racionalizar el sentimiento y ver entonces que las cosas que nos impiden decir un “lo siento” sincero, valen casi nada al lado de lo que el perdón te puede dar como recompensa.

APRENDÍ que la felicidad de unos no es la felicidad de todos. Siendo más clara, aquello que para ti representa felicidad, no necesariamente va a significar felicidad para mí, aunque tú seas parte de un grupo inmenso y yo de una pequeña minoría que ve la vida de manera distinta. ¡Qué difícil es saltar de ese tren en movimiento, y buscar otro camino! ¿verdad?

APRENDÍ que un error en realidad te puede costar la vida. Que no siempre el pensar dos veces antes de actuar te garantiza el acierto y mucho menos la felicidad. Entendí que el corazón también tiene sus razones para impulsarte a actuar de maneras más instintivas, más espontáneas, a veces erradas para la sociedad pero absolutamente reconfortantes para el alma.

APRENDÍ, contradiciendo a muchos, creo… que la vida no solo te da una oportunidad. Ahora sé, porque lo viví, que te da todas las que tú busques, las que a conciencia necesites, todas las que te mereces. Solo hay que buscar en el lugar adecuado. Y esto está relacionado con un punto anterior: lo que es adecuado para mí, no lo es necesariamente para ti. ¿Te has preguntado si estás sentado en el lugar adecuado?

Podría contar mucho más de lo que aprendí, pero estoy conciente de que no son más que apreciaciones sobre mi propia vida. Tal vez no he descubierto nada que antes no haya sido dicho. Lo que sí sé es que uno no aprende las cosas hasta que las vive. Así que si quieres, puedes cambiar todos los “APRENDÍ” por “VIVÍ Y ENTENDÍ AQUELLO DE…” y no me das ningún inmerecido mérito.

Antes de irme, la última contradicción del año: durante el rezo de la novena, escuché a al menos 3 personas comprometerse a ser más pacientes en el año que viene, y dado mi “natural” grado de impaciencia, quise hacer mío también ese compromiso. Por suerte, la idea se fue esfumando con el paso de los segundos. Es más se fue transformando, se fue deformando, hasta llegar a oponerse totalmente.
Mi compromiso es no ser paciente, es no aceptar “agachando la cabeza” las cosas como están. Es no esperar con paciencia a que las situaciones cambien;
Me comprometo a seguir hablando.
Me comprometo a no esperar a que algo mágico “sacuda” esa gente que sentada, baja su mirada cuando una persona mayor se sube al bus (para no ceder su asiento).
Me comprometo a no esperar que nuestro mundo se vuelva mejor, sino a comenzar a cambiarlo desde las cosas pequeñas.
Me comprometo a no dejar que mi paciencia (la omisión) alimente las malas actitudes de aquellos que tienen contacto conmigo.
En fin, me comprometo a no ser paciente y a no aceptar la vida como venga, sino a escoger mi mejor camino y si no existe, comenzar a fabricarlo.
Finalmente, espero que todos hagamos de éste un excelente año, que nuestra paciencia no deje que sigan haciendo con nuestro país lo que quieran y que vivamos con intensidad, para dejar que la vida nos enseñe todo lo que aún guarda para nosotros.

¡UN FANTÁSTICO 2006 PARA TODOS!